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Pueblos Indígenas
Juan Mandu camina por la vía Macas-Puyo rumbo a su casa. El niño debe ascender una pequeña montaña para ir a su casa ubicada en la comunidad Tarimiet, a ocho kilómetros. Foto: El Comercio
Juan Mandu caminó dos horas desde la escuela Chapints para regresar a su casa, en la comunidad Tarimiet, en el sur de Pastaza.
El niño, de 7 años, empleó ese mismo tiempo en la mañana para ir a clases. Esas caminatas son diarias, por un estrecho sendero de árboles y vegetación, y por la vía Macas-Puyo, que está en el trayecto.
Mandu, otros niños y jóvenes de 15 comunidades de la nacionalidad Shuar, en el cantón Pastaza, caminan entre una y dos horas para ir a sus escuelas. No tienen otra manera de hacerlo, porque no cuentan con transporte público. En las comunidades más lejanas, como Iwia, hay la opción de subirse a uno de los tres buses, con cuatro frecuencias diarias.
Su madre, Tamia Cuji, de 39 años, contó que los dos hacen ese periplo todos los días. A veces, lo hacen bajo la lluvia, como el viernes 26 de octubre, que cayó una tempestad. En el camino conversan sobre las tareas de la escuela. “A veces vamos jugando a las cogidas para llegar rápido a la casa”.
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