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Energía
Los conductores prenden el motor y avanzan unos 20 metros. Se detienen de nuevo y bajan a charlar. La espera, a ratos tediosa, puede prolongarse toda una noche. Los tanqueros han recorrido 184 kilómetros desde el sur de Colombia para descargar, cada uno, 220 barriles de crudo en territorio ecuatoriano.
Es el 26 de junio. A esa hora, cerca de las 20:00, la hilera de vehículos, de placas colombianas y ecuatorianas, se mueve lento. La entrega del producto se hace en la Terminal Amazonas (Lago Agrio), propiedad del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP), una empresa privada que opera en Ecuador desde el 2003.
El sitio cuenta con descargaderos, una especie de estaciones de servicio, pero para petróleo. El hidrocarburo colombiano recorrerá desde ahí otros 485 kilómetros a través del oleoducto de OCP hasta Balao (Esmeraldas), para finalmente ser cargado en buques para su reexportación.
El proyecto nació en el 2015, con la intención de aprovechar el espacio disponible en este oleoducto ecuatoriano, que tiene capacidad para transportar 450 000 barriles diarios.
Esa capacidad se pensó con la proyección de que Ecuador explotaría nuevos campos, pero no se cumplió y la tubería nunca ha operado al 100%.
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