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Ecuador en las Noticias

El Ágora, tumba del diálogo y epicentro de la sinrazón

11/10/2019 Expreso - Roberto Aguilar

El secuestro de 27 periodistas y 8 policías en la Casa de la Cultura marcó el fin del diálogo político. Freddy Paredes, de Teleamazonas, fue brutalmente agredido.

Foto: Expreso Foto: Expreso

Foto: Expreso

La dirigencia indígena no se hace cargo de sus atrocidades. Luego de tenerlo secuestrado durante varias horas en el Ágora de la Casa de la Cultura (junto con una veintena más de periodistas y ocho policías), luego de humillarlo públicamente, luego de hostigarlo a través de los micrófonos y acusarlo de representar a la prensa mentirosa y vendida en medio de una muchedumbre enardecida de 3 mil o más personas, la Conaie emitió un comunicado eludiendo responsabilidades en la agresión de la que fue víctima el periodista Freddy Paredes, de Teleamazonas. Le cayeron a pedradas y le rompieron la cabeza y la clavícula. El episodio fue el clímax de una jornada en la que cualquier posibilidad de diálogo para superar la crisis política quedó enterrada, por parte del movimiento indígena, bajo una tonelada de violencia, intemperancia y fanatismo.

Todo empezó la víspera, en los enfrentamientos que tuvieron lugar en la avenida 12 de Octubre, en el sector de las universidades donde pernoctan los participantes de la marcha indígena. Se había abierto una ventana al diálogo, las marchas hacia el centro de la ciudad habían sido pacíficas y la Conaie había dejado clara su voluntad de distanciarse de cualquier intento de golpe de Estado. Sin embargo, el día terminó con violencia. Con grandes cantidades de gas lacrimógeno (respondidas con grandes cantidades de piedras), los manifestantes fueron expulsados del casco colonial y empujados hacia sus refugios. Ahí fue donde la policía cometió el exceso (que mereció las disculpas públicas de la ministra María Paula Romo) de atacar con gases lacrimógenos los centros de acogida, donde se encontraban centenares de mujeres y niños indígenas. Además, en la arremetida policial, el dirigente Inocencio Tacumbi murió en circunstancias no aclaradas. La Conaie dice que los muertos fueron tres (luego bajó esta cifra a dos) y que a Tacumbi los caballos de la policía le pasaron por encima.

El hecho es que los indígenas amanecieron indignados. Convocaron a los medios a una rueda de prensa en el teatro Ágora de la Casa de la Cultura, donde estaban por celebrar una Asamblea de los Pueblos, y, una vez ahí, les impidieron la salida. Los mantuvieron sentados en un corral estrecho, cercados por una muchedumbre enardecida y con la presión de transmitir en vivo la llegada de los cuerpos de los fallecidos de la víspera, que la dirigencia esperaba intercambiar por ocho policías que se encontraban retenidos también desde la noche anterior.

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