Ecuador en las Noticias
Glotones / Simón Espinosa Jalil
Desde que el primer barril de petróleo sacado del Oriente llegó a Quito escoltado por una caravana militar, el Ecuador ha vivido durante casi cuarenta años una gran fiesta petrolera con su consiguiente chuchaqui.
Desde que el primer barril de petróleo sacado del Oriente llegó a Quito escoltado por una caravana militar, el Ecuador ha vivido durante casi cuarenta años una gran fiesta petrolera con su consiguiente chuchaqui.
La fiesta ha estado hidratada con un constante ingreso de divisas que ha permitido al país vivir muy por encima de sus capacidades y, al mismo tiempo, mejorar sus indicadores de desarrollo. El chuchaqui ha consistido en endeudamiento, corrupción y, sobre todo, innumerables problemas ecológicos.
Casi todos los ecuatorianos, en mayor o menor grado, hemos gozado de la fiesta. El bajo precio de la gasolina, del cual nos aprovechamos a diario, es obra de nuestro petróleo; las grandes obras de infraestructura, gracias a las cuales disfrutamos de energía y transporte, fueron financiadas con el oro negro.
Todos somos, entonces, cómplices de la contaminación y la deforestación de la Amazonía.
Sucede, sin embargo, que el país, fiel a su idiosincracia, ha adoptado la singular posición de intentar endilgar toda la culpa a una sola compañía, Chevron-Texaco, a través del famoso juicio que pretende obligar a la empresa a pagar la fantástica suma de 27 mil millones de dólares.
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