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Pueblos Indígenas
Los Shuaras del oriente ecuatoriano
El brebaje de ayahuasca trajo la revelación. Francisco Wizuma, el chamán de la comunidad shuar del recinto Río Limón del cantón Bucay, vio a su nieto Fernando convertirse en su sucesor. Antes de morir le heredó su sabiduría, que ahora se refugia en una mítica cabaña a orillas de un caudal.
Los sonidos del bosque húmedo que rodea a la aldea se cuelan por las hendijas de caña y la brisa susurra entre las hojas de bijao que entretejen la cubierta. La tenue luz de las velas deja ver entre sombras los frascos de las pócimas, preparadas con más de 15 hierbas sacadas de la montaña.
“Mi abuelo murió a los 115 años y antes me llevó al bosque para enseñarme las plantas curativas y cómo armar el shishinki -el abanico de hierbas para las limpias-. Todo secreto está en la naturaleza”.
En los últimos 30 años, él ha sido el tsuakaratin -curandero- de la comunidad, asentada en las cercanías del bosque húmedo nublado La Esperanza, a unos 5 kilómetros del centro poblado de Bucay, en Guayas. En este territorio de la Costa, sus ancestros hicieron brotar las raíces que trajeron desde la Amazonía.
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