Medio Ambiente
Ecuador, un nuevo frente creciente de deforestación minera
Los datos más recientes revelan que la minería aurífera está activa en los nueve países amazónicos


El 36 % del total de áreas afectadas se encuentra dentro de zonas protegidas y territorios indígenas / Foto: cortesía Ejército Ecuatoriano
Quito- Mientras el precio del oro continúa en alza, la minería de oro a pequeña escala sigue siendo uno de los principales motores de la deforestación en la Amazonía. Esta actividad, que muchas veces se realiza de manera ilegal dentro de áreas protegidas y territorios indígenas, ha generado ya más de 2 millones de hectáreas deforestadas desde 2018, según el más reciente reporte del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP).
El informe destaca el papel de la plataforma Amazon Mining Watch (AMW), una herramienta de monitoreo basada en inteligencia artificial que permite identificar y visualizar la huella de la minería aurífera en toda la región amazónica, incluidas zonas transfronterizas. La plataforma analiza imágenes satelitales desde 2018 y genera alertas trimestrales de deforestación minera, lo que facilita el seguimiento de nuevas zonas afectadas y apoya la toma de decisiones para la conservación.
Los datos más recientes revelan que la minería aurífera está activa en los nueve países amazónicos, concentrándose principalmente en el sureste de Brasil, el Escudo Guayanés y el sur de Perú. Además, Ecuador aparece como un nuevo frente creciente de deforestación minera. En total, entre 2019 y 2024, se sumaron 1,06 millones de hectáreas a la huella inicial, lo que representa un aumento del 52,3 % en solo seis años.
Más de la mitad de esta deforestación ocurrió en Brasil, seguido de Guyana, Surinam, Venezuela y Perú. El 36 % del total de áreas afectadas se encuentra dentro de zonas protegidas y territorios indígenas, con Brasil concentrando el 88 % de la deforestación registrada en estos espacios. Las áreas más impactadas incluyen el Área de Protección Ambiental Tapajós y los territorios indígenas Kayapó, Mundurucu y Yanomami.
Según el informe, aunque el ritmo de destrucción disminuyó en 2023 y 2024 respecto al pico alcanzado en 2022 -posiblemente por mayores controles en Brasil- la expansión continúa. Solo en 2024 se detectaron más de 38.000 hectáreas nuevas de deforestación minera en áreas protegidas e indígenas. Pese a algunos descensos en territorios como Yanomami, el problema persiste y requiere acciones coordinadas.
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