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El 2025 cierra con el fantasma de los apagones de vuelta
La reducción de lluvias en el sur del país revive temores de una nueva crisis eléctrica.
La reducción de lluvias en el sur del país revive temores de una nueva crisis eléctrica. / Foto: Cortesía Celec
Quito- El cierre de 2025 encuentra al sistema eléctrico ecuatoriano bajo una vigilancia renovada. La disminución de lluvias, especialmente en el Austro, ha comenzado a reflejarse en los caudales de los ríos y en las reservas del embalse de Mazar, el más importante del país para la generación hidroeléctrica. El recuerdo de la severa crisis de 2024 —marcada por apagones prolongados— vuelve a instalar dudas, pese a los mensajes oficiales que buscan transmitir tranquilidad.
Durante gran parte del año, Mazar se mantuvo en niveles óptimos gracias a un 2025 más lluvioso que los dos años previos en el sur del país, de acuerdo con datos de la Red Hidrometeorológica de ETAPA. Sin embargo, en el último mes se registró un cambio de tendencia. El 1 de diciembre, la cota del embalse se ubicaba en 2.153 metros sobre el nivel del mar —su nivel máximo— y para el 28 de diciembre descendió a 2.141 metros. Es decir, una caída de 12 metros en menos de cuatro semanas.
Pese a este descenso, las autoridades subrayan que la situación aún está dentro de parámetros normales. Según información de Cenace, la cota mínima operativa de Mazar es de 2.098 metros, lo que implica que todavía existen cerca de 43 metros de reserva. Cuando el embalse se recuperó tras la sequía de 2024, la ministra de Ambiente y Energía, Inés Manzano, señaló que el volumen almacenado garantizaba hasta tres meses de operación del complejo Paute incluso con afluentes mínimos. El 12 de diciembre, con la cota en 2.149 metros, volvió a descartar públicamente un escenario de cortes de luz.
El embalse se alimenta principalmente de los ríos Tomebamba, Yanuncay, Tarqui y Machángara. Técnicos de ETAPA aclaran que aún no se puede hablar de sequía: las lluvias esporádicas han evitado un estiaje prolongado, que solo se configuraría con una ausencia más persistente de precipitaciones.
Aun así, el contexto es más amplio. El 2025 también fue el año del “rebote” de los problemáticos contratos de generación térmica, con retrasos en proyectos como Salitral y Quevedo, adjudicados a Progen, hoy envueltos en disputas legales en Estados Unidos y Australia. En paralelo, Colombia ha garantizado exportaciones de electricidad a Ecuador hasta marzo de 2026, un colchón relevante pero no estructural.
Así, aunque el nivel actual de Mazar no anticipa apagones inmediatos, el cierre del año deja una señal clara: la estabilidad eléctrica sigue siendo frágil y dependiente del clima, de proyectos inconclusos y de apoyos externos. El fantasma de los apagones no domina el escenario, pero tampoco se ha ido del todo.
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