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Fotoperiodista Isadora Romero alerta de la reducción de la diversidad agrícola

25/03/2022 EFE -

El trabajo documenta los esfuerzos de científicos y comunidades ancestrales para conservar la agrobiodiversidad en Ecuador.

El trabajo documenta los esfuerzos de científicos y comunidades ancestrales para conservar la agrobiodiversidad en Ecuador. / Foto: EFE El trabajo documenta los esfuerzos de científicos y comunidades ancestrales para conservar la agrobiodiversidad en Ecuador. / Foto: EFE

El trabajo documenta los esfuerzos de científicos y comunidades ancestrales para conservar la agrobiodiversidad en Ecuador. / Foto: EFE

La fotoperiodista ecuatoriana Isadora Romero, ganadora regional en Sudamérica del World Press Photo 2022 con un trabajo sobre los guardianes de las semillas de cultivo, alertó en una entrevista con Efe del riesgo de "pérdida de la memoria cultural" con la reducción de la agrobiodiversidad.

El trabajo ganador documenta los esfuerzos de científicos y comunidades ancestrales para conservar la agrobiodiversidad en Ecuador, y Romero trabajó con la comunidad de Camuendo Chico, en la provincia ecuatoriana de Imbabura, y con científicos en Quito, para instar a "volcar la mirada a otras formas de conocimiento" y que haya "un puente" entre la labor que hace la ciencia y las comunidades indígenas.

"Es un problema global. La agrobiodiversidad se está perdiendo y es un problema porque eventualmente nuestros alimentos no van a poder ser resistentes a plagas, ni mantener los nutrientes que solíamos tener. También se pierde memoria cultural, toda una cadena de formas de vida, de relacionarnos, incluso de lenguaje porque cada vez que se pierde una semilla, se deja de nombrar, y eso significa que el idioma empieza a desaparecer", alerta.

Romero lleva trabajando con agricultores y guardianes de semillas desde 2018.

Su fotoperiodismo busca subrayar "cómo estas dos comunidades enfrentan el problema de maneras diferentes": los científicos tienen un banco de germoplasma en Quito con más de 28.000 accesiones para generar semillas fuertes sin modificaciones genéticas, y las comunidades llevan haciendo esta labor de cuidado durante generaciones.

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) alertó de que alrededor del 75 % de la diversidad genética de las plantas en todo el mundo se ha perdido dado que los agricultores han dejado sus múltiples variedades locales y razas autóctonas por variedades genéticamente uniformes y de alto rendimiento.

Pero en Ecuador existen iniciativas para frenar esta erosión: las comunidades ancestrales han conservado, domesticado, intercambiado y mejorado semillas durante generaciones.

UNA HISTORIA CON ROSTRO FAMILIAR

Mientras estaba realizando este trabajo, en plena pandemia, Romero no disponía de vías de transporte "para ir a la comunidad", y su padre empezó a llevarla a los sitios.

"Cuando íbamos en el auto, le comenté lo que estaba haciendo y me dijo: 'ah, bueno, pero tu abuelo y bisabuelo eran guardianes de semillas también'. Nunca me había contado eso, y resulta que a mi abuelo le gustaba crear cosas y creó un par de especies de papas. Y me puse a investigar porque mi padre no hablaba mucho de su vida en Colombia porque él emigró hace más de treinta años", relata.

Entonces viajó a Colombia para conocer esa parte del pasado familiar, donde esperaba encontrarse con una comunidad similar a Ecuador, que "había estado resistiendo bien o mal al agronegocio, que es como bastante impuesto en este lado de América Latina", dice.

"Pero no encontré nada de eso. Mis primos que quedan viviendo allá siembran las variedades que son certificadas, mejoradas, que eventualmente dañan el suelo porque necesitan un montón de fumigación, y fue como un poco conflictivo para mí porque imaginé que iba a llegar al mundo que mi padre me había contado de chica, pero ya no existía", lamenta.

Ese viaje fue también una realización de "cómo la globalización ha influido en las formas de agricultura más tradicionales y cómo el racismo ha querido borrar las huellas de otras formas de agricultura que vienen desde tiempos ancestrales", señala Romero.

"Ya en mi familia todo este rastro indígena trató de ser borrado por sentir una vergüenza de pertenecer a algo que no es lo hegemónico, y eso ha hecho que este conocimiento, que se venía guardando durante generaciones, sea desechado por no tener valor, y que buscar un futuro mejor significa hacerse a toda la vida occidental que implica migrar a la ciudad", detalla.

Asimismo, el deseo de los padres campesinos es que sus hijos no se dediquen al trabajo de la tierra porque es "muy sacrificado", aunque muchos jóvenes acaban dedicándose en las ciudades a "trabajos mucho más precarizados" que los del campo.

Además, alerta de que la emigración forzada también obliga a que los territorios que han sido "vastos, diversos y productivos", están ahora siendo usados "solo para ganadería o monocultivo, que al final erosionan los campos", y eso influye también en el cambio y los problemas climáticos que afronta el planeta a día de hoy.

Lo que más la "emociona del premio" World Press Photo regional en la categoría de Formato Abierto, dice, es que ahora su proyecto se verá en muchos lugares y va a generar debate sobre esta cuestión porque "hay muchas comunidades pequeñas que están organizándose para conservar o renovar o revivir estas variedades y estas semillas".

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