Medio Ambiente

En la Vía Auca y en Orellana, la huella de la deforestación crece

30/01/2019 Plan V - Rodolfo Asar

En Ecuador la naturaleza tiene derechos reconocidos en la Constitución y, sin embargo, desde 1990 ha perdido para siempre unas 2 millones de hectáreas de bosques: el doble del tamaño de todo el Parque Nacional Yasuní. En esta serie de tres reportajes realizados con apoyo del Centro Pulitzer, describiremos lo que está sucediendo en las regiones de frontera, donde se registran hoy las tasas más altas de deforestación en el país.

Foto: Plan V

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"Cuando llegué, aquí no vivían ni diez personas", recuerda Francisco Solórzano señalando con un amplio ademán la carretera y las casas achatadas de Dayuma. La vía está ahora asfaltada, pero los vecinos lo consiguieron a costa de una feroz represión a finales de 2007, cuando el gobierno de Rafael Correa comenzó a mostrar una cara hasta entonces insospechada. "Vinieron los militares en camiones y empezaron a lanzar gases y darle palos a la gente. Se llevaron 22 personas y los encerraron. Les dijeron terroristas".

Dayuma está en el corazón del Campo Auca, que virtualmente flota sobre 300 millones de barriles de petróleo. Don Francisco llegó desde su Chone natal con sus seis hijos huyendo de la pobreza, apenas se enteró que se abría un nuevo camino por la selva: la hoy legendaria Vía Auca. Consiguió que el Estado le adjudicara un lote con 50 hectáreas de bosque virgen y tras el duro trabajo de desmonte puso su esperanza en cuatro hectáreas de café. Siete años buenos le hicieron creer que la miseria quedaría atrás, pero el boom se acabó y, mientras los precios bajaban, talaba más árboles para venderlos y así ir tirando. Pero los precios nunca volvieron a subir; entonces, abandonó su finca y se hizo trabajador maderero. Hoy, a sus 73 años, empuja con mucho esfuerzo el carrito con el que se gana la vida vendiendo granizados. Sus hijos ya se fueron del pueblo.

Una multitud de colonos de Manabí, Bolívar, Guayas y Loja llegó atraído por la promesa de encontrar el mítico El Dorado; de hecho así se llama el primer pueblo de la vía que, partiendo desde el Coca, se abrió en la selva como un enorme tajo de machete. A inicios de los años setenta se la consideraba una tierra baldía que escondía tesoros como el petróleo, y un suelo tan fértil que era capaz de hacer crecer un bosque casi impenetrable. La realidad fue muy diferente: "esta tierra arcillosa es brava y dura", dice don Francisco con resignación. "Las raíces no se afirman, y cuando viene un ventarrón acaba con todo".

Dayuma es uno de los cantones más deforestados de la provincia de Orellana, y el incremento en la fuerza de los vientos es una de sus consecuencias más evidentes. Un estudio de la FLACSO estima que, en el último medio siglo, Orellana ha perdido cerca de 200 mil hectáreas de bosques. Eso equivale a tres veces la superficie de Quito y Guayaquil, sumados. Y lo más preocupante: los mapas satelitales muestran que en 2017 se deforestó más que en el 2016.

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